Con Siren, compuesta originalmente por el artista sonoro británico Ray Lee, lo que se propone es una experiencia auditiva y visual construida a través de la instalación de esculturas corporales y sónicas, las cuales disponen un paisaje sensorial marcado por el carácter de lo envolvente, lo sinérgico, lo hipnótico y lo progresivo. Consiste en un despliegue de trípodes con brazos rotativos, o “sirenas”, que mientras giran emiten pulsos de sonido a distintas frecuencias, generando evolutivamente una estructura polirrítmica siempre controlada pero imprecisa; a esta imagen sonora, de por sí rica, se añade su carácter vital y performativo: para cada posición que se ocupe respecto de ella suena de manera distinta, lo que una miríada de singularidades a partir de un mismo coro fonocinético, irrepetible y vivo de por sí.

Lo particular de la muestra que acoge Matadero de esta obra es su puesta en diálogo con los elementos de la danza y la corporeidad. A tal fin, se recurre al vocabulario específico del breaking para tratar la relación del baile y el bailarín con este determinado entorno audiovisual en dos sentidos principales: el formal, como la adecuación compositiva del movimiento bailado a este régimen de desorden ordenado, utilizando para ello como herramienta principal la improvisación dirigida y consciente, y el material, como la analogía física y por ende visual entre la dimensión mecánica de rotación redundante de la instalación y la volumetría circular y continua en torno a ejes propia de ciertos rangos concretos de movimiento del breaking.

La apuesta coreográfica se ciñe de este modo a la propuesta teórica y práctica de Siren como proyecto, ofreciendo como resultado de ello una vinculación no simplemente yuxtapuesta sino complementaria y, en definitiva, integral de danza e instalación; de cuerpo y máquina. Una que dé lugar a un mismo ejercicio definido, sincrónico y coherente, y así estimula al visitante.

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